Los bajau son un pueblo nómada que habita entre las aguas de Filipinas, Malasia e Indonesia. Viven de la pesca y de buscar elementos marinos que usan para fabricar artesanía. Los bajau están estrechamente unidos a las aguas del océano y sus vidas y creencias giran en torno a ellas, de forma que los pescadores pueden pasar más de la mitad de su día buceando. Éste profundo vínculo con el mundo acuático ha hecho que desarrollen ciertas características genéticas que les permiten hacer inmersiones profundas a pulmón libre de forma habitual. Otra vez podemos comprobar como el ser humano forma parte del ambiente en el que habita, y que de forma natural, con el tiempo, puede desarrollar estrategias fisiológicas para mejorar su capacidad de adaptación al mismo.
Quizá te parezca extraño, pero hay un vínculo entre los bajau y tú, ya que tú también dispones de un reflejo innato relacionado con el buceo y la supervivencia. Puede ser que no hayas explorado nunca ese don de tu cuerpo que, sin duda, ha sucedido multitud de veces durante tu vida sin que fueras consciente de ello.
En este sentido, la semana pasada planteamos un ejercicio fisiológico: sumergir la cara en agua fría y ver qué sucedía con nuestra frecuencia cardíaca. El resultado: nuestro pulso disminuye de forma marcada a los pocos segundos. Esto se debe al reflejo de inmersión.
El reflejo de inmersión y la apnea
El reflejo de inmersión es un mecanismo fisiológico de protección que ocurre en todos los mamíferos, incluidos los seres humanos. Su objetivo principal es la conservación del oxígeno durante las inmersiones acuáticas, en las que nuestro sistema respiratorio no puede obtenerlo del ambiente. ¿Quieres saber más?
Vamos a ello:
Cuando aguantamos la respiración y sumergimos la cara en el agua, nuestro corazón empieza a latir más lentamente y las arterias más lejanas de nuestro corazón (situadas en nuestras extremidades) se contraen. De esta manera, la sangre se redistribuye por nuestro cuerpo de forma que se mantiene en los órganos vitales fundamentales para nuestra supervivencia (en especial el cerebro), proporcionándoles calor, nutrientes y oxígeno. Por otra parte, eso también evita que los grupos musculares no esenciales consuman oxígeno. Además, nuestro músculo rey, el corazón, también contribuye al "ahorro" latiendo más lento para consumir menos oxígeno. Si la semana pasada participaste en el reto fisiológico, verías ilustrado este fenómeno en tu propio cuerpo.
El objetivo de este reflejo es claro: mantenernos con vida mientras estamos bajo el agua.
A pesar de que se trata de un mecanismo complejo, básicamente las consecuencias de este reflejo son tres:
- Vasoconstricción periférica (se cierran las arterias lejanas al corazón)
- Bradicardia (el corazón late más lento)
- Contracción del bazo (se “exprime” la sangre de reserva de este órgano, y de esto los bajau saben muchísimo)
Así, a través de varios mecanismos que implican tanto al sistema simpático como al parasimpático, disponemos de diversos mecanismos de defensa que se despliegan para prevenirnos de las consecuencias de la falta de aporte de oxígeno en nuestro organismo.
Por último, quería contarte algo que me parece muy curioso: este fenómeno se desencadena por el estímulo de varios receptores debido a que no estamos respirando, relacionados con la disminución de la presión parcial de oxígeno en el cuerpo... Pero ojo a esto: si la apnea se realiza con la cara en contacto con agua fría, estos efectos se magnifican. ¿Por qué?
Pues porque existen unos receptores en la mucosa nasal y otras zonas de la cara que, en contacto con el agua fría, emiten señales a nuestro cerebro contribuyendo a amplificar esta respuesta innata de supervivencia; de alguna forma el cuerpo interpreta que no sólo no estás respirando, como podría suceder si decidieras hacer una apnea en tu sofá, sino que además estás debajo del agua. Brutal. Aún quedan varios flecos por desentrañar sobre este fenómeno y sobre el grado de implicación que tiene el hecho de que la cara esté en contacto con el agua respecto a que no lo esté, pero fíjate que hay médicos que han usado el agua fría en niños (cuyo reflejo de inmersión es más marcado que en los adultos) para aprovecharse de la bradicardia que se genera y revertir taquicardias.
Si quieres saber más sobre el modo de vida de los bajau te dejo aquí un pequeño vídeo sobre ellos que me parece precioso. ¡Espero que lo disfrutes!