A principios de Marzo de 2019 recuerdo una charla con los jugadores de la SD Huesca al respecto del Covid. No teníamos mucha idea de lo que se nos presentaba por delante y creíamos suponer que sería un virus similar a las gripes estacionales pero con los problemas derivados de no tener inmunidad poblacional. A los pocos días se decretó el confinamiento y nos embarcamos en una fase de la historia de la salud pública que creo que se nos quedará marcada durante mucho tiempo, en especial a los que lo vivieron en primera línea.

En ese contexto de drama mundial, el deporte profesional obviamente se vio zarandeado en sus quehaceres. Grupos cerrados de jugadores, tests diarios, analíticas, distancias de seguridad, partidos muy seguidos, cargas de entrenamiento de lo más diversas, la incertidumbre, el miedo,... Y también la preocupación general por lo que se estaba viviendo. Pero la rueda seguía girando.

El equipo andaba capitaneado por Michel Sánchez junto a David Porcel y Salva Fúnez (el cuerpo técnico con el que más me he enfocado en un proyecto común). En ese momento yo era la responsable de la parte de fisiología del rendimiento y la nutrición en los servicios médicos bajo la tutela del Dr. Fernando Sarasa. Me preocupaban mucho las diferencias de gasto energético que tenían los jugadores de ellos, entre las diferentes demarcaciones y entre las diferentes jornadas, ya que con partidos tan seguidos podíamos tener a parte de la plantilla compitiendo los 90 minutos y a otros con cargas mucho más bajas en un mismo día y que la situación fuese completamente al revés sólo 48 horas después.

El servicio de comedor que habíamos estrenado hacía poquito funcionaba a la perfección con Samuel Allué al mando y estábamos desarrollando una forma diferente de entender la gastronomía deportiva, intentando aportar nuevas ideas y conceptos (un día te cuento como integrábamos la suplementación deportiva a los postres o los batidos de recuperación con fitonutrientes, por ejemplo), pero en esa situación no nos valía el café para todos.

El mítico poke de gyozas

 

Con eso en mente, empezamos a desarrollar un método que integraba algunos de los datos que nos daban los chalecos GPS que llevaban los jugadores y los números de los partidos mediante Media Coach y podíamos saber bajo qué esfuerzo estaba sometido cada jugador ese día. Además, integrábamos el gasto del día anterior en un porcentaje menor para asegurarnos de que recargaban lo que era necesario (no es lo mismo descansar hoy porque ayer jugaste un partido, que descansar hoy si ayer hicimos una carga baja de entreno o si hay lesión). Fue bonito, porque todo ello lo sintetizábamos junto a un factor de corrección (en función del somatotipo o diferentes objetivos que tuviéramos con ese jugador) y nos daba unas raciones para que en cocina supieran cuánta comida necesitaba cada jugador.

Así, podía ser que un central tuviese una ración de carga "baja" y su compañero una de carga "media", o que uno comiera como primer plato lo que para el otro sería la guarnición del segundo. Y claro, no tienen los mismos macronutrientes un plato de arroz que un plato de quinoa, así que también teníamos eso en consideración.

Aquí te enseño la plantilla que desarrollamos junto a JL, una mente brillante que captó todos los matices de lo que yo quería reflejar y calcular y me acompañó (mucho) en el desarrollo de esta herramienta:

Pero desde luego, para que esto funcionara necesitaba la información de David, que pacientemente me hablaba de cargas y me descargaba los datos del GPS toodos los días y de Jorge Carracedo (el readaptador deportivo), siempre dispuesto a aportar y matizar. Y obviamente de los capitanes del equipo, que creyeron en ello y nos ayudaron a mantener a la plantilla motivada con la idea.

También sentamos las bases para un estudio científico sobre los efectos de la periodización nutricional en la oxidación de grasas de los jugadores. Quedó precioso, y te lo comparto en otro post.

Aquella temporada quedamos campeones de liga y ascendimos a la primera división española. Obviamente fue un subidón total, pero lo que quedó en el recuerdo para mí fue el trabajo en equipo y la sensación de remar todos hacia un mismo objetivo común. Una delicia a pesar de las circunstancias.