Dijo Bill Rogers, leyenda viva del Maratón (tiene en su haber 22 victorias entre los años 70 y los 80): "se ganan o pierden más Maratones en los retretes que en la mesa", poniendo de manifiesto la gran prevalencia de problemas intestinales en el deporte de resistencia (30-50% de los corredores) y su influencia en el rendimiento físico.
Las alteraciones digestivas que pueden darse en carrera las dividimos en dos tipos, cuyas causas y manejo son diferentes:
- Las del tracto gastrointestinal alto (náuseas, vómitos, reflujo, ...)
- Las del tracto gastrointestinal bajo (dolor abdominal, diarrea, gases, urgencia para defecar...)
¿Por qué sucede esto?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que generalmente los síntomas van a depender de la duración y la intensidad del ejercicio, siendo más frecuentes conforme éstos aumentan. Básicamente nuestro cuerpo redistribuye la sangre hacia la musculatura y el corazón durante un ejercicio demandante, de forma que el aparato digestivo queda en un segundo plano (de hecho, un 80 % de la sangre que normalmente lo irriga se desplaza a otros lugares). Esta disminución de sangre puede comprometer la función intestinal normal y dar lugar a los síntomas que tanto conocemos - añádele aquí cierto componente de deshidratación que pueda darse en competición y que disminuya el volumen plasmático (la cantidad de sangre), y tenemos una combinación fatal. Como prácticamente todos los aspectos fisiológicos esto puede entrenarse en mayor o menor medida.
Por otra parte tenemos el aspecto psico-emocional, en el que hay deportistas más vulnerables a manifestar alteraciones digestivas en momentos de nerviosismo ¿Te suena la urgencia de ir al baño antes de un examen? Pues eso.
Añadido a esto, hay un componente mecánico, un balanceo e impacto repetitivo sobre el sistema digestivo cuando corremos, que puede generar daños en el endotelio vascular y añadirse a la sintomatología. Quizá te sorprenda, pero la postura también puede ser causa de discomfort abdominal: en ciclismo vemos más alteraciones del tracto gastrointestinal alto por la postura del tronco hacia adelante, tal y como sucede en los atletas que afrontan las subidas muy inclinados hacia la pendiente y sin bastones en carreras de ultra-resistencia en montaña. En cambio, en bajadas con mucho impacto corriendo, acostumbra a afectarse más el tracto inferior por el traqueteo digestivo y la isquemia que pueda haber asociada. En este sentido, ciertas anomalías anatómicas y funcionales arteriales también pueden ser origen de dolores abdominales en carrera y, aunque tienen una baja prevalencia, entran dentro del diagnóstico diferencial.
Es evidente que el tipo de comida o sus residuos que haya en el tracto digestivo en el momento de competir van a tener un impacto importante en la aparición de determinados síntomas. Más allá del interés que podamos tener en determinados macronutrientes como fuentes de energía (importantísimo), es cierto que el ejercicio puede aumentar la permeabilidad intestinal, y que ciertos alimentos que normalmente nos sientan bien puedan ser "bombas" de malestar en competición. Buen ejemplo de ello son las comidas ricas en grasa, fibra y proteína, pero podemos ir un poco más allá al respecto de moléculas concretas, como pueden ser la lactosa, el gluten o incluso los FODMAPS. Vamos a describirlo como una especie de "intolerancia transitoria" a algunos alimentos que va a aparecer sólo en determinadas circunstancias muy exigentes. Y para terminar de añadirle complejidad, la probabilidad de que aparezcan síntomas variará también en función de las condiciones ambientales (con calor todo se complica) y del momento de la vida especialmente en las mujeres, más susceptibles a este tipo de problemas (véase el momento del ciclo menstrual- muchas mujeres durante la menstruación tienden a tener más diarrea, o cuando entramos en la menopausia tendemos a tolerar peor la fructosa). Al fin y al cabo, una competición va sobre poner el cuerpo al límite, y ese "modo supervivencia" tiene sus particularidades que son diferentes para cada tipo de cuerpo.
De esta forma, si tienes problemas digestivos durante las competiciones nos fijaremos en qué tipo de sintomatología tienes, cuales son tus características personales, cuál es tu disciplina deportiva y en qué momento aparecen. Cuidaremos que las comidas previas no tengan elementos que puedan ser molestos para ti (aquí puedes ver un ejemplo), nos aseguraremos de que no tomas ninguna medicación o suplemento que pueda aumentar la permeabilidad intestinal (ojo con los antiinflamatorios antes de competir), haremos test de hidratación para calcular bien tus necesidades y veremos qué aspectos podemos regular tanto a nivel postural como de entrenamiento del sistema digestivo. Y, sobre todo, intentaremos que tengas tu propia estrategia para dominar los síntomas y que no te impongas gr/h de carbohidratos que no te correspondan.